Este trabajo fué todo un record; un jueves me pidieron esto para entregarlo el domingo. El taller parecía una pista de nieve, pórex y más pórex, tanto que no había bolsas suficientes para contener las millones de bolitas, tomé medidas drásticas: un bidon con disolvente que parecía la chistera de un mago; todo el pórex sobrante se convirtió en un aglutinado tóxico de un kilo de peso. Tuve tiempo de investigar como era la textura del granito azul de gales. La talla resultó más laboriosa de lo que pensaba, con el problema añadido que despues de construirlo, me pidieron que lo ensanchara medio metro más...
al final todo sale bien.
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